A veces, los hombres no son confiables. En mis tres años de matrimonio, siempre fui honesta y leal a mi marido. Él siempre fue tan amable y comprensivo que nunca discutíamos. Sin embargo, llegó un momento en que me di cuenta de algo: tal vez me trataba con cortesía simplemente porque había otra mujer en su corazón, y esa mujer no era yo. Un día, tristemente confirmé mi sospecha: aún estaba enamorado de esa mujer que había sido su amor verdadero. Lo vi en una esquina con ella, presionándola contra la pared y preguntándole: ¿Cómo te atreves a pedirme que vuelva contigo cuando fuiste tú la que decidió casarte con otro? Qué ridículo. Resulta que yo había sido la tonta todo ese tiempo. Decidí distanciarme de esa relación y le entregué los papeles de divorcio. Un día, me dijeron que había enloquecido. Enloquecido porque me vio junto a otro hombre, sin comprender realmente lo que sentía en ese momento. Me pidió que
